Galápagos y Salinas ¿futuro punto estratégico de una base extranjera? Noboa defiende y explica por qué estos dos puntos.
El presidente Daniel Noboa volvió a pronunciarse sobre la posible instalación de una base extranjera en la isla Baltra, en el Archipiélago de Galápagos, a pocos días de la consulta popular y referendo de noviembre de 2025.
Durante una entrevista radial, este martes 28 de octubre, el mandatario aclaró que la propuesta “no busca afectar ni regalar Galápagos”, sino fortalecer el control de actividades ilícitas y proteger el ecosistema marino.
“Una base en Galápagos serviría para el control de la pesca ilegal, la protección de los ecosistemas, el combate al narcotráfico y el control del tráfico de combustible”, explicó Noboa.
Además, mencionó que Salinas, en la provincia de Santa Elena, podría ser otro punto donde se instale una infraestructura de este tipo, ya que cuenta con facilidades existentes.
El presidente insistió en que las bases que propone “no son militares, sino extranjeras”, y que podrían enfocarse en distintas áreas de cooperación internacional.
“Puede haber una base de control de pesca ilegal con participación de varios países, otra para el combate al narcotráfico o incluso una base de Homeland Security”, detalló.
Lo que plantea el referendo
Actualmente, la Constitución ecuatoriana prohíbe la instalación de bases militares extranjeras.
La pregunta que se someterá a votación el 16 de noviembre de 2025 busca eliminar esa restricción, sin precisar si se trata de instalaciones militares o con fines logísticos y ambientales.
El cambio permitiría, en la práctica, que Ecuador negocie acuerdos de cooperación que incluyan presencia extranjera con fines de seguridad o protección ambiental.
Un regreso con historia
La posibilidad de una base en Galápagos remite a dos antecedentes históricos:
- Durante la Segunda Guerra Mundial (1942-1946), Estados Unidos construyó la Base Beta en Baltra, conocida como “La Roca”, que llegó a albergar a más de 2.500 soldados. 
- En 1999, una nueva colaboración permitió la instalación de la base de Manta, en Manabí, también con fines antinarcóticos. 
Ahora, Noboa busca abrir nuevamente esa posibilidad, apuntando a un acuerdo estratégico con Washington, aunque Estados Unidos no ha confirmado oficialmente su interés ni una ubicación específica.
Todo dependerá del voto de los ecuatorianos, ya que la pregunta del referendo se limita a permitir la presencia de instalaciones extranjeras, sin detallar alcances, duración ni límites operativos.
Las principales dudas que genera la propuesta
La posibilidad de reinstalar bases extranjeras en Ecuador abre un amplio debate con implicaciones ambientales, políticas y geopolíticas.
1. Lucha contra el narcotráfico
El Gobierno argumenta que la presencia de una base estadounidense en el país reforzaría la lucha contra el narcotráfico y otras redes criminales transnacionales.
Ecuador enfrenta una ola de violencia sin precedentes, y el Ejecutivo considera que la cooperación con EE. UU. puede fortalecer la inteligencia, el equipamiento y las operaciones conjuntas.
De hecho, desde 2018 se han firmado acuerdos de cooperación militar y de seguridad, que permiten el ingreso temporal de personal y buques estadounidenses al territorio ecuatoriano.
En diciembre de 2024, el Gobierno aprobó el “Proyecto de Seguridad Integral en la Región Insular” y el “Instructivo para la aplicación de los acuerdos de cooperación Ecuador–EE. UU.”, que permiten el desembarco de personal norteamericano y la adecuación de instalaciones en Galápagos.
2. Riesgos ambientales
Durante la Segunda Guerra Mundial, la presencia militar en Baltra alteró el ecosistema de la isla.
Según el libro De 1832 a nuestros días del Parque Nacional Galápagos (PNG), la actividad bélica provocó cambios significativos en la dinámica natural, afectando a especies como tortugas, leones marinos y aves locales.
Actualmente, los expertos temen que una nueva base tenga efectos negativos en un ecosistema aún más frágil.
El PNG ha recomendado que, en caso de aprobarse la presencia extranjera, los submarinos no naveguen sumergidos dentro de la Reserva Marina, y que el desembarco del personal se limite a islas pobladas.
Además, en diciembre de 2024, el Gobierno impulsó reformas para que las embarcaciones estadounidenses no estén sujetas a inspecciones ambientales locales, lo que ha generado preocupación entre ambientalistas.
3. Implicaciones geopolíticas
Analistas internacionales advierten que una base estadounidense en Ecuador podría modificar el equilibrio estratégico en el Pacífico sur.
De acuerdo con la revista militar Military Review, esta presencia “brindaría acceso permanente para operaciones antinarcóticos y contribuiría a la estabilidad regional”.
Sin embargo, también podría aumentar la tensión con otras potencias, como China o Rusia, que podrían ver esta medida como una expansión de la influencia estadounidense en la región.
4. Control de la pesca ilegal
Otro de los objetivos planteados por el Gobierno es el monitoreo de la pesca no declarada o ilegal, una amenaza constante para el ecosistema marino del Archipiélago.
Cada año, flotas pesqueras extranjeras, especialmente chinas, operan en los límites de la Reserva Marina para capturar tiburones y otras especies protegidas.
Con apoyo internacional, Ecuador busca mejorar la vigilancia marítima y proteger sus recursos naturales.
5. Impacto económico
Finalmente, se menciona un posible efecto positivo en la economía local.
El movimiento de personal extranjero, la construcción de infraestructura y el aumento de vuelos podrían impulsar el turismo y los servicios en Galápagos y Santa Elena.
Sin embargo, algunos expertos advierten que este tipo de crecimiento debe ser regulado para evitar daños ambientales y una dependencia excesiva de la presencia extranjera.
Contexto histórico
El interés de Estados Unidos en Galápagos no es nuevo.
Desde inicios del siglo XX, Washington consideró al archipiélago una posición estratégica por su cercanía al Canal de Panamá.
Incluso en 1911, propuso arrendar las islas por 99 años a cambio de USD 15 millones, aunque la propuesta nunca se concretó.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el ataque a Pearl Harbor, Ecuador permitió la construcción de la Base Beta en 1942, que se convirtió en la instalación militar más importante del Pacífico sur durante el conflicto.
Una decisión en manos del país
La posible instalación de bases extranjeras en Ecuador no solo plantea interrogantes militares, sino también ambientales y diplomáticas.
Todo dependerá del resultado del referendo de noviembre de 2025, donde los ecuatorianos decidirán si el país abre nuevamente sus puertas a la presencia militar extranjera.








