La falta de pruebas en las declaraciones de la ministra genera controversia
La ministra de Energía, Inés Manzano, ha generado un fuerte choque con el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, al afirmar que la rotura del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) en Esmeraldas no fue un accidente, sino un sabotaje. Sin embargo, las versiones de Manzano sobre el hecho han cambiado constantemente desde su inicio: al principio, se habló de un accidente; luego de un deslizamiento; más tarde, de un acto terrorista vinculado a RC. Finalmente, la ministra reconoció que no ha visto el informe de inteligencia, pero afirmó que imagina que existen pruebas que respaldan sus acusaciones.
Las palabras de Manzano se intensificaron cuando alertó sobre el riesgo de que este sabotaje se extienda a Papallacta, la principal fuente de agua potable para Quito. La ministra advirtió que, si el sistema se ve afectado, se complicaría el suministro de agua en la capital, lo que provocó una respuesta inmediata de Muñoz.
El alcalde de Quito calificó las declaraciones de la ministra como “sensibles e irresponsables”, criticando que se utilicen acusaciones sin pruebas claras para generar alarma en la ciudadanía. Muñoz afirmó que no permitirá que intereses políticos jueguen con la seguridad de los quiteños y subrayó que hasta el momento no se han presentado evidencias que sustenten tales afirmaciones.
El conflicto se centra principalmente en la falta de pruebas de las acusaciones de sabotaje, lo que ha generado desconfianza en las autoridades y la ciudadanía. Mientras Manzano asegura que las acciones para proteger las zonas críticas están en marcha, como el reforzamiento de la vigilancia en el SOTE y otras áreas vulnerables, Muñoz insiste en que el enfoque debería centrarse en soluciones concretas y en la calma, no en especulaciones.
La tensión entre ambos funcionarios refleja las dificultades que atraviesa el gobierno para gestionar la emergencia ambiental en Esmeraldas, mientras la capital se mantiene en alerta por los posibles efectos en el suministro de agua. La falta de claridad en las versiones oficiales y la continua politización del caso dejan a los ciudadanos con más preguntas que respuestas sobre el verdadero alcance de la crisis.