¿La tercera fue la vencida para el correísmo?

Tres elecciones presidenciales. Tres derrotas.

Desde 2017, el correísmo no ha logrado volver a Carondelet. Esta es su tercera caída consecutiva en una segunda vuelta. Y ya no es solo una racha: es una tendencia.

Lo ocurrido el 13 de abril no fue una sorpresa. Fue una confirmación.
Una señal clara de que Ecuador está cambiando. Y lo está haciendo rápido.

Daniel Noboa no solo repitió su victoria. Esta vez la amplió: ganó en 19 provincias, incluidas Guayas, Orellana, Santo Domingo y la circunscripción de Europa, Asia y Oceanía. Territorios que hasta hace poco eran considerados bastiones casi impenetrables del correísmo.

Mientras tanto, la Revolución Ciudadana retuvo apenas cinco provincias: Manabí, Esmeraldas, Santa Elena, Los Ríos y Sucumbíos.
Luisa González no creció ni un punto entre la primera y la segunda vuelta. Su techo quedó al descubierto.

El correísmo ya no conquista: se defiende.
Y eso, para un movimiento que fue mayoría durante años, debería encender las alertas.

Provincias como Imbabura y Orellana cambiaron de color. En otras nueve, Noboa creció entre 15 y 20 puntos. Eso no se explica solo con un buen cierre de campaña. Es el reflejo de algo más profundo: una mentalidad distinta, un votante que ya no responde igual.

En 2023, el país estaba dividido. En 2025, la balanza empieza a inclinarse.
El mapa cambió. Las lealtades también.

Y aunque el correísmo sigue vivo, se ve cada vez más reducido, más acorralado, más estancado.

Entonces, la pregunta ya no es si ganó Noboa. (O)


La verdadera pregunta es:
¿La tercera fue la vencida para el correísmo?


Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto político actual en Ecuador y la región.

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