La emergencia no declarada en el sistema de salud

Aunque el Ministerio de Salud asegura haber ejecutado más de la mitad de su presupuesto, los hospitales siguen desabastecidos, las derivaciones se desploman y los pacientes deben costear su propia atención.

La crisis en los hospitales públicos de Ecuador se agudiza, mientras la ejecución presupuestaria del Ministerio de Salud (MSP) avanza a paso lento y en dirección contraria a las urgencias de pacientes y médicos. Miles de ciudadanos siguen sin recibir medicamentos, deben comprar insumos por su cuenta y soportar largas esperas, aunque las cifras oficiales aseguren que los recursos se están utilizando.

A inicios de 2025, el MSP recibió USD 2.798 millones, de los cuales USD 2.621 millones se destinaron a gasto corriente —principalmente salarios— y apenas USD 176 millones a inversión. Este último rubro es clave, pues cubre la construcción de obras, la compra de equipos médicos, medicamentos y derivaciones de pacientes a clínicas privadas. Sin embargo, hasta el 31 de julio, solo se ejecutó el 34,6% del presupuesto de inversión (USD 61,6 millones), mientras que el gasto corriente alcanzó el 52%.

Los indicadores más críticos son los de compra de equipos y derivaciones. De los USD 277 millones disponibles para equipamiento, apenas se usó el 6% (USD 16,1 millones). Y en derivaciones, el MSP utilizó USD 4,8 millones de los 12,8 millones que tenía, pese a que este rubro sufrió un recorte drástico desde la llegada de Daniel Noboa a la presidencia: pasó de USD 366,7 millones en 2023, a 84,8 millones en 2024, y se desplomó a 12,8 millones en 2025.

El exministro de Salud, José Ruales, advierte que este recorte “pone en riesgo la salud de miles de pacientes que no pueden ser atendidos en hospitales públicos y dependen de derivaciones a clínicas privadas”.

En cuanto a medicamentos, los datos reflejan que se usaron USD 199,3 millones de los 334,3 millones presupuestados, lo que equivale al 60% de ejecución. Sin embargo, en los hospitales la realidad contradice las cifras oficiales. “¿Dónde están las medicinas, los equipos e insumos si dicen que la ejecución presupuestaria supera el 50%?”, cuestiona Santiago Carrasco, presidente de la Federación Médica Ecuatoriana, quien sostiene que estos números evidencian “la grave corrupción que hay en el sistema de salud”.

La falta de ejecución no es un fenómeno aislado, sino un patrón en todas las zonas de atención. En la zona 2 (Pichincha —excepto Quito—, Napo y Orellana) y en la zona 3 (Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Pastaza), la ejecución se quedó en 55% y 56%, respectivamente. Incluso las áreas con mayor inversión, como la zona 8 (Guayaquil), apenas superan el 63,9%.

En términos absolutos, ninguna zona alcanza una ejecución que se traduzca en mejoras palpables en los hospitales. Ni Manabí, ni Quito, ni Guayaquil —los territorios con más gasto— han logrado revertir la escasez de insumos, el deterioro de infraestructura y la falta de especialistas.

El bajo nivel de ejecución en inversión, frente a la alta urgencia en los hospitales, pone en evidencia una brecha entre la gestión técnica y las necesidades de los pacientes. Para Carrasco y Ruales, el problema no es solo presupuestario, sino de gestión política: quienes dirigen el MSP no necesariamente tienen formación en salud pública y, por ende, carecen de herramientas para diagnosticar y resolver las fallas del sistema.

Mientras tanto, la población enfrenta una paradoja dolorosa: hospitales sin medicinas ni equipos, médicos sin recursos para trabajar y un ministerio que asegura haber ejecutado más de la mitad de sus presupuestos.

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