Más de 1.200 muertes violentas en lo que va del año evidencian la falta de una estrategia integral. Expertos piden intervención sostenida y coordinación entre autoridades
Guayaquil vive una de sus peores crisis de seguridad, con asesinatos, secuestros y extorsiones que se repiten a diario. A pesar de los operativos policiales y militares, la respuesta del Estado ha sido insuficiente, fragmentada y sin continuidad.
El caos institucional entre el Gobierno central y el Municipio ha dejado grietas que el crimen organizado ha aprovechado para expandirse. Zonas como Nueva Prosperina, Pascuales y Esteros son señaladas como puntos críticos, donde la presencia del Estado es casi nula y el control lo ejercen bandas criminales.
Según expertos, las intervenciones actuales son solo reacciones momentáneas que no modifican la estructura del problema. Plantean que es urgente consolidar el control estatal en los territorios con comandos unificados entre Policía, Fuerzas Armadas y otras instituciones, además de operaciones planificadas con inteligencia.
“No basta con entrar y capturar armas. Se necesita quedarse en los territorios, brindar servicios y evitar que vuelvan a caer bajo control criminal”, señalan.
También advierten sobre la necesidad de fortalecer el sistema judicial, con la depuración de funcionarios coludidos con mafias y protección para jueces y fiscales que enfrentan casos sensibles. La falta de respaldo institucional, dicen, impide avanzar en una lucha real contra el crimen organizado.
Desde los barrios, líderes comunitarios alertan sobre el abandono estatal y piden mayor compromiso ciudadano para denunciar actividades sospechosas. La gente se organiza como puede para proteger lo poco que le queda.
Frente a este escenario, los especialistas insisten en que la solución no pasa solo por aumentar el pie de fuerza. Proponen también la creación de un fondo de emergencia social, con apoyo internacional, para atender a las zonas más golpeadas. “No todo se resuelve con policías y militares. Hay que atacar los problemas estructurales”.
Por ahora, la ciudad sigue contando muertos, mientras las autoridades siguen divididas.