Estudiantes de la Universidad Agraria del Ecuador bloquearon la avenida 25 de Julio para exigir la renuncia de la rectora Tamara Borodulipa y el inicio de clases presenciales. La protesta se suma a la huelga de hambre de docentes, en medio de una creciente crisis institucional.
Una columna de humo negro, provocada por neumáticos incendiados, marcó la mañana de este lunes en la avenida 25 de Julio, al sur de Guayaquil. Cientos de estudiantes de la Universidad Agraria del Ecuador (UAE) decidieron tomarse la vía como medida de protesta ante lo que califican como una crisis institucional insostenible. Exigen el cambio inmediato de autoridades, el retorno a clases presenciales y respuestas frente a lo que consideran una administración universitaria desgastada y sin legitimidad.
La manifestación, que bloqueó una de las principales arterias viales de la ciudad, obligó a la intervención de la Agencia de Tránsito Municipal y de un contingente conjunto de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas. Unos 40 uniformados trabajaron para despejar la vía tomada por estudiantes y miembros del personal universitario. El caos vehicular fue solo un reflejo del caos interno que vive la UAE.
El blanco de las críticas es la rectora Tamara Borodulipa, a quien acusan de tomar decisiones unilaterales y poco transparentes en el manejo de la institución. Las denuncias no son nuevas. Desde el pasado 7 de mayo, un centenar de docentes y empleados mantienen una huelga de hambre indefinida, reclamando presuntas irregularidades administrativas y una gestión que —según afirman— ha dejado de representar los intereses de la comunidad universitaria.

Las tensiones se agravaron la semana pasada, en vísperas del feriado del 24 de mayo, cuando Borodulipa realizó una serie de nombramientos estratégicos en áreas sensibles como la dirección financiera, la dirección administrativa y la coordinación jurídica. Incluso, designó como asesor estratégico del rectorado a un exfuncionario que había sido cesado apenas un mes antes, una decisión que ha sido interpretada como una burla por parte del personal universitario.
“El problema no es solo la forma en que se nombra a las autoridades, sino lo que representan: una estructura de poder cerrada, lejana a los estudiantes y sin una visión clara de hacia dónde va la universidad”, señaló un vocero estudiantil que pidió no ser identificado por temor a represalias. Según los alumnos, además del descontento por los nombramientos, persiste el reclamo por el retraso en el inicio de clases presenciales, lo que consideran un atropello al derecho a una educación de calidad.
El conflicto ha llegado a un punto de ebullición. Lo que empezó como una huelga de hambre silenciosa dentro de las instalaciones, hoy ha tomado las calles. La protesta visibiliza una realidad que desde hace meses se gesta en los pasillos de la UAE: la descomposición de su gobernanza, el desgaste institucional y la falta de canales eficaces de diálogo entre las autoridades y la comunidad universitaria.
El Ministerio de Educación Superior ha guardado silencio hasta ahora, mientras las llamas en la 25 de Julio encienden la alerta sobre el futuro de una universidad pública que, en lugar de ser espacio de conocimiento y progreso, se ve atrapada en disputas políticas, decisiones opacas y una creciente desconfianza interna.
Más allá de los gases lacrimógenos y la militarización de la protesta, lo que queda es una exigencia urgente: que las universidades públicas, como la Agraria, recuperen su rumbo a través de procesos democráticos, transparentes y participativos. Porque cuando las aulas se cierran y las calles se convierten en el único espacio de expresión, el sistema ha fallado.