La Flotilla Global Sumud, integrada por activistas de 44 países, intenta romper el bloqueo israelí sobre Gaza con una misión humanitaria y de denuncia, para llevar ayuda.
Una flotilla de más de 20 barcos, integrada por 300 activistas, políticos, médicos, periodistas y artistas de 44 países, zarpó este domingo desde Barcelona con un objetivo claro: romper el bloqueo impuesto por Israel a Gaza y llevar un mensaje de solidaridad al enclave sitiado. Sin embargo, tras semanas de preparación y expectativa, la travesía tuvo que ser interrumpida a pocas horas de iniciada. Una fuerte tormenta en el Mediterráneo obligó a las embarcaciones a dar marcha atrás y regresar al puerto, priorizando la seguridad de los tripulantes.
La llamada Flotilla Global Sumud —palabra árabe que significa resistencia— es el intento más ambicioso hasta la fecha de desafiar por mar el cerco israelí. Aunque el mal clima retrasó la misión, sus organizadores confirmaron que el viaje se reanudará en las próximas horas o días.
Un gesto humanitario frente a la barbarie
La iniciativa no solo busca transportar asistencia humanitaria, sino también denunciar las condiciones extremas que vive la población gazatí. En la Ciudad de Gaza, los bombardeos se intensifican mientras los alimentos y suministros básicos se restringen drásticamente. Expertos en seguridad alimentaria advirtieron que medio millón de personas enfrentan niveles catastróficos de hambre, lo que ha puesto al enclave en el umbral de la hambruna.

“Nos guste o no, Gaza es un espejo que nos refleja a todos. Esta misión no es una amenaza; es un acto de humanidad frente a la barbarie”, declaró el actor español Eduardo Fernández, quien viaja en la flotilla. Su mensaje es contundente: “El silencio mata tanto como las bombas”.
El actor irlandés Liam Cunningham fue igual de categórico al señalar que los gobiernos no pueden seguir mirando hacia otro lado: “La comunidad internacional debe imponer sanciones a Israel para detener este genocidio. La inacción refleja un período vergonzoso de nuestra historia”.

Barcelona, puerto simbólico de resistencia
La elección de Barcelona como punto de partida no es casual. En febrero, la ciudad rompió todos sus vínculos institucionales con Israel, al que acusó de cometer genocidio en Gaza. Ese gesto se enlaza ahora con la salida de la flotilla, que se convirtió en un acto cargado de simbolismo.
El puerto barcelonés se llenó de banderas palestinas y gritos de “Free Palestine” y “Boycott Israel”, en una despedida multitudinaria que mostró el respaldo ciudadano. “Israel está matando a niños, a la humanidad y al derecho internacional. Gaza no está sola”, señaló la exalcaldesa Ada Colau, también participante en la misión.
La voz de la sociedad civil ante el silencio oficial
Los organizadores remarcan que la misión es pacífica y humanitaria, pero también profundamente política. Los activistas Yasemin Acar, Thiago Avila y Saif Abukeshek denunciaron que mientras los gobiernos se mantienen en la pasividad, la sociedad civil internacional asume la responsabilidad de actuar: “¿Por qué no se abre un corredor humanitario? ¿Por qué no se imponen sanciones? La limpieza étnica en Palestina no comenzó hace 23 meses: Israel la comete desde 1948”.

Una travesía postergada, no derrotada
Aunque la tormenta obligó a retrasar la salida, la Flotilla Global Sumud insiste en que volverá al mar. Para sus integrantes, cada barco que navega hacia Gaza no es solo un medio para transportar ayuda, sino también un grito de dignidad y resistencia que atraviesa fronteras.
El intento por romper el bloqueo no es únicamente un desafío logístico, sino un recordatorio político y moral: Gaza no está sola, y la indiferencia internacional también mata.