Tras reuniones en Lóndre, Washington y Pekín alcanzan un acuerdo preliminar que incluye nuevos aranceles y cooperación estratégica en minerales raros.
La prolongada guerra comercial entre Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo, podría estar entrando en su fase final. Así lo sugieren los anuncios realizados por ambos gobiernos tras concluir una segunda ronda de negociaciones en Londres, donde los equipos de comercio de ambas naciones se reunieron esta semana.
El presidente estadounidense, Donald Trump, confirmó desde su red social Truth Social que se ha llegado a un principio de acuerdo, pendiente aún de la aprobación final suya y del presidente chino Xi Jinping. El mandatario reveló que China se comprometería a suministrar “imanes completos y cualquier mineral de tierras raras necesario” para Estados Unidos, un punto crucial dada la dependencia de estos recursos en sectores tecnológicos y de defensa.
Además, como parte del acuerdo, Estados Unidos impondría aranceles del 55% a los productos chinos, mientras que China aplicaría un arancel más moderado del 10% a los productos estadounidenses. Esta decisión representa un endurecimiento respecto a los aranceles temporales del 30% anunciados por la Casa Blanca en mayo.

Trump también indicó que Washington permitirá la presencia de estudiantes chinos en las universidades estadounidenses como parte de lo pactado, en un momento de tensión con instituciones como Harvard, históricamente receptiva a estudiantes internacionales. «La relación entre los dos países es excelente», afirmó el mandatario republicano.
Desde el lado chino, el gobierno celebró el tono y el contenido de las negociaciones. Li Chenggang, representante de comercio internacional de China, calificó las conversaciones como “profesionales, racionales, profundas y sinceras”. Por su parte, el vice primer ministro He Lifeng subrayó la necesidad de mantener una comunicación constante que fortalezca las relaciones económicas bilaterales e impulse la estabilidad global.
Los mercados internacionales reaccionaron con señales mixtas, aunque los analistas ven con optimismo esta posible tregua comercial tras años de tensiones arancelarias, restricciones tecnológicas y represalias diplomáticas.
De concretarse el acuerdo, se trataría del paso más firme hacia una normalización de relaciones económicas entre Washington y Pekín desde que estalló el conflicto comercial en 2018.