La historia de un hombre que asegura haber vivido 123 años reabre el debate sobre la longevidad en Ecuador y la necesidad de verificar oficialmente estos casos
La parroquia rural de El Morro, en la provincia de Guayas, se ha convertido en el epicentro de una historia singular. Allí vive Carlos Lindao, un habitante que asegura haber alcanzado los 123 años, lo que lo convertiría en el hombre más longevo del Ecuador y, potencialmente, en un caso de interés mundial.
Aunque su edad supera con amplitud el promedio de longevidad del país, Lindao mantiene una rutina que sorprende a propios y extraños. Continúa navegando y se dedica a la producción artesanal de carbón, una actividad exigente que realiza desde joven y que, según cuenta, ha sido parte esencial de su vida.
Su vitalidad y constancia han avivado el interés de su comunidad, que lo ve como un símbolo de resiliencia y dedicación al trabajo.
Pese a la notoriedad del caso, la edad de Lindao aún no cuenta con verificación oficial. Para que su historia pueda ser presentada ante Guinness World Records, será necesario reunir documentos que confirmen su fecha de nacimiento, como partidas de bautizo o inscripciones civiles.
Las autoridades locales y su familia consideran iniciar ese proceso, conscientes de que los archivos históricos —especialmente en zonas rurales— pueden ser limitados o difíciles de certificar.
El país ha tenido episodios similares en el pasado. En Vilcabamba, localidad reconocida internacionalmente por sus habitantes de avanzada edad, se impulsó el reconocimiento de Ignacio “Nachito” Aguilar, quien habría alcanzado los 115 años.
Actualmente, según registros de Guinness, la edad de las personas más longevas del mundo ronda los 115 a 116 años. De confirmarse los 123 años de Lindao, su caso entraría en la disputa por los récords históricos.
El posible reconocimiento internacional dependerá de la recolección y validación de documentos oficiales. Mientras tanto, en El Morro, Carlos Lindao continúa con su rutina diaria, ajeno al revuelo mediático y fiel a la vida de trabajo que, según él, ha sostenido su salud por más de un siglo.
Su historia, todavía en proceso de verificación, abre una nueva página en la tradición de longevidad ecuatoriana.








