Estas elecciones decidirán si Ecuador sigue siendo una democracia.
Estas elecciones decidirán si Ecuador sigue siendo una democracia.
El 54% de los latinoamericanos estarían dispuestos a aceptar un régimen no democrático si este logra resolver sus problemas, según Latinobarómetro. Esta cifra debería estremecer a cualquier joven como yo, que sueña con un Ecuador donde la política sea sinónimo de libertad y participación real, no de manipulaciones. Sin embargo, detrás de ese alarmante dato se esconde una estrategia que lleva más de dos décadas operando: la usurpación de la democracia por parte de los regímenes autoritarios de la región.
Pero no es cualquier tipo de autoritarismo. Ya no hablamos de golpes militares, sino de algo más sofisticado: el uso estratégico de la democracia para destruirla desde adentro. Esta es la lógica con la que han operado Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa y otros exponentes del Socialismo del Siglo XXI. La historia nos ha demostrado cómo estos regímenes llegaron al poder mediante elecciones legítimas, solo para manipularlas posteriormente y vaciar por completo a la democracia de su esencia.
¿Cómo lo logran?
Primero, cambian las reglas del juego: reformas constitucionales que eliminan límites a la reelección, tribunales controlados que legalizan cualquier abuso y leyes electorales diseñadas para favorecer al oficialismo. A esto se suma el control total del Estado, incluyendo medios de comunicación, sociedad civil y fuerzas armadas, que terminan actuando como brazos represivos de la Presidencia.
Pero lo más peligroso no es solo el aparato legal y de poder que crean, sino la narrativa con la que conquistan las emociones de los ciudadanos. Aquí entra en juego lo que Sebastian Grundberger denomina “La Galaxia Rosa”, un entramado internacional donde el Foro de São Paulo, el Grupo de Puebla y otros actores coordinan discursos y estrategias. Desde esta galaxia se crean enemigos imaginarios: el imperialismo, los medios de comunicación libres, la oposición interna y cualquier voz disidente. Se promueve el resentimiento histórico como bandera política y se justifica cualquier abuso en nombre de un supuesto bien superior: el “pueblo”.
Una democracia que no es democracia
Ni el Foro de São Paulo ni el Grupo de Puebla conciben a la democracia como un valor en sí mismo. Para ellos, es un instrumento temporal, una vía para consolidar el poder absoluto. Por eso insisten en redefinirla, inventando términos como “democracia participativa”, “radical” o “protagónica”, palabras vacías que en la práctica significan control total del Estado por parte de un solo proyecto político.
La evidencia está a la vista: Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina y, sí, Ecuador bajo el correísmo han seguido esta hoja de ruta. Y aunque cada país tiene su propio contexto, la estrategia es calcada. Lo que Grundberger expone en La Galaxia Rosa es que no se trata de proyectos nacionales aislados, sino de un plan transnacional coordinado con apoyos externos de Rusia, China e Irán, que ven en la desestabilización de América Latina una oportunidad geopolítica.
Luisa González: ¿continuidad de un modelo?
Hoy, en Ecuador, sabemos quién representa esa continuidad: Luisa González. Su candidatura es una extensión directa de Rafael Correa, una ficha más de la Galaxia Rosa. Las elecciones de este año no son una simple disputa ideológica entre izquierda y derecha, sino una batalla por la democracia. Ya lo vivimos con Correa: persecución judicial a opositores, reformas a la medida, control de medios y polarización extrema. González es la promesa de repetir ese modelo, esta vez con un nuevo ropaje y un discurso renovado, pero con el mismo libreto.
Nuestra única defensa: la democracia verdadera
La defensa de la democracia en Ecuador no es cuestión de colores políticos. Es una lucha por la libertad, el pluralismo y la alternancia en el poder. No se trata de ser de derecha o de izquierda, sino de reconocer que no puede existir un proyecto legítimo que empiece destruyendo la institucionalidad democrática para perpetuarse en el poder.
El Socialismo del Siglo XXI ya mostró su verdadera cara: la de regímenes que, bajo el disfraz de elecciones y participación, han devorado a las democracias desde adentro. Hoy tenemos la oportunidad histórica de evitar que Ecuador vuelva a caer en esa trampa. (O)
Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto político actual en Ecuador y la región.