El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, cumple dos años al frente de la ciudad más poblada de Ecuador,
Dos años después de asumir la Alcaldía de Guayaquil, la gestión de Aquiles Álvarez enfrenta una evaluación crítica por parte de líderes comunitarios, ciudadanos y analistas. Álvarez, quien rompió con tres décadas de dominio socialcristiano al ganar las elecciones de 2023 con el respaldo de la Revolución Ciudadana, llega a la mitad de su mandato con opiniones divididas y un escenario político tenso.
Aunque ha defendido su administración con obras en sectores populares y una redistribución administrativa, sus detractores aseguran que las respuestas a las necesidades ciudadanas son lentas o inexistentes. Gestores barriales denuncian falta de atención a los problemas del día a día, como luminarias dañadas, calles sin mantenimiento y la ineficiencia del sistema de recolección de basura.
Uno de los logros más destacados es el inicio del Quinto Acueducto, una obra de USD 57,5 millones heredada de la administración anterior, que busca llevar agua potable a zonas históricamente desatendidas como Monte Sinaí. También se han invertido USD 45 millones en la vía a la Costa, incluyendo pasos peatonales y una nueva terminal terrestre. Sin embargo, proyectos como la Troncal 4 de la Metrovía siguen sin inaugurarse, a pesar de haber sido anunciados.
Además, la relación de Álvarez con el Gobierno central ha sido conflictiva. Desde el inicio de su administración ha mantenido un enfrentamiento con el presidente Daniel Noboa, lo que ha derivado en denuncias judiciales por supuesta comercialización ilegal de combustibles. El alcalde debe presentarse a una audiencia el 27 de mayo, tras haberse negado a usar un grillete electrónico impuesto por la Fiscalía.
El contexto político ha limitado su accionar, según analistas como Ingrid Ríos, de la Universidad Casa Grande. Asegura que el enfrentamiento entre el Gobierno nacional y la Alcaldía, sumado a presiones partidistas y restricciones presupuestarias, ha perjudicado la ejecución municipal. A esto se suma una percepción general de abandono del centro urbano y sectores tradicionales como Urdesa o la Nueve de Octubre, donde proliferan la indigencia y la inseguridad.
Pese a los problemas, también se reconocen iniciativas como la Ruta Centro, que peatonaliza calles los domingos para actividades culturales, y la inversión en equipamiento de seguridad. Sin embargo, la ciudadanía pide más: ejecución de obras, contacto directo con los barrios y decisiones rápidas.
Para el tercer año de gestión, las voces ciudadanas coinciden: hay que salir del escritorio y recuperar la eficiencia. «Cuando uno elige servir, no puede enfocarse en sus problemas personales sino en los de la ciudad», sentenció una dirigente comunitaria.
El futuro político de Aquiles Álvarez, y su permanencia como figura influyente en Guayaquil, dependerá de cómo encare los desafíos pendientes y si logra, finalmente, reconciliar su gestión con las demandas urgentes de la ciudadanía.