Los adultos vacunados pueden portar y transmitir tosferina sin saberlo, advierten expertos.
Ángela Loor volvió a usar mascarilla y a reforzar el lavado de manos, tal como lo hacía durante la pandemia. Lo hace por su esposo Jacinto, de 64 años, que vive con cáncer de próstata y diabetes. Él forma parte del grupo más vulnerable frente a la tosferina, una enfermedad respiratoria que ha reaparecido con fuerza en Ecuador y que puede provocar complicaciones graves en personas con sistemas inmunológicos débiles.
La tosferina, causada por la bacteria Bordetella pertussis, es altamente contagiosa. Se propaga al toser, estornudar o incluso hablar. Aunque muchos la asocian con la infancia, especialistas advierten que los adultos también juegan un rol clave… como transmisores silenciosos.
“Muchos adultos no presentan síntomas o piensan que tienen una simple gripe, pero pueden contagiar a entre tres y diez personas”, señala Paola Castillo, epidemióloga del Ministerio de Salud. Es más, los que tienen vacunas completas también pueden ser portadores sin saberlo.
Este año ya se han confirmado 321 casos en el país. Guayas lidera la lista con 106, seguido de Manabí (52), Pichincha (45) y Santo Domingo (30). El Ministerio de Salud Pública ha priorizado la vacunación para niños menores de cinco años, embarazadas y personal sanitario.
Entre las recomendaciones: evitar besar a los bebés, restringir que los adultos los carguen y usar mascarilla si hay niños enfermos en casa. También se insiste en ventilar espacios cerrados y mantener la higiene básica.
Aunque no se han anunciado restricciones generales, como en la pandemia, muchas familias, como la de Ángela y Jacinto, han decidido no esperar una orden oficial para protegerse. Y es que, esta vez, los síntomas pueden no verse… pero el riesgo sí se siente.