Cuando la pelota sí se mancha

Opinión

A mí en lo personal, poco o nada me gusta mezclar el fútbol con la política, porque como diría el Diego: “La pelota no se mancha.”

Pero esta semana se ha convertido en la excepción a esa regla. Han salido declaraciones tan sorprendentes como incómodas: jugadores denunciando irregularidades, presidentes de club involucrados en señalamientos de dinero, el alcalde de Guayaquil opinando, y colegas periodistas en medio del fuego cruzado.

Para empezar —y que quede claro— a mis colegas periodistas: uno no debe pedir disculpas por las palabras que dice un entrevistado. La responsabilidad no recae en quien pregunta, sino en quien responde. Si un jugador decide romper el silencio y contar algo que la mayoría temía decir, eso es noticia, no motivo de disculpa.

El exjugador José Luis Cortez prendió la chispa. En una entrevista que parecía rutinaria, soltó una bomba: durante su paso por Barcelona Sporting Club, su contrato establecía un sueldo de 15.000 dólares mensuales, pero en la práctica solo recibía 5.000.

¿El resto? Según su testimonio, se lo quedaba el presidente del club de aquel entonces. Una acusación tan grave que rebasó las fronteras del deporte para instalarse en la conversación pública.

Cortez relató que todo estaba en papel, con cifras formales, pero que había un “parche”, una cláusula modificada sin su conocimiento. En palabras simples: lo que firmó no fue lo que cobró. Y ahí comenzó el verdadero escándalo.

A esto le sumamos las palabras de dos personajes que siempre se van de teclas bravas, y yo siempre cruzo los dedos por verlos debatir sentados en un mismo cuarto.

Todo comenzó con las declaraciones de Andrés Guschmer, exministro del Deporte, actual asambleísta y periodista deportivo de larga trayectoria. En una entrevista, lanzó una frase que, por sí sola, bastó para encender la pradera:

“El verdadero presidente de Barcelona no es Antonio Álvarez, sino Aquiles Álvarez. Él es quien toma las decisiones, quien maneja los patrocinios, quien define las conversaciones importantes.”

La frase cayó como una bomba en medio de una semana ya tensa para el ídolo del Astillero. En cuestión de horas, el nombre del club volvió a ocupar los titulares, no por un resultado deportivo ni por un fichaje, sino por la duda de quién manda realmente dentro de la institución.

La reacción de Barcelona S.C. no tardó.

Con el escudo dorado al frente y un tono firme, el club publicó un comunicado en el que rechazaba “de manera categórica” las menciones políticas de Andrés Guschmer.

En el texto, se leía con claridad el malestar institucional:

“Rechazamos cualquier intento de vincular a Barcelona Sporting Club con intereses ajenos al ámbito deportivo. Solicitamos al señor Guschmer que se abstenga de mencionar el nombre de nuestra institución en entrevistas, debates o espacios públicos con fines políticos o de protagonismo personal.”

Un comunicado pensado para marcar distancia, pero que terminó dando más visibilidad a la polémica.

Porque cuando una institución del tamaño de Barcelona se ve obligada a pedir silencio a un político, la conversación ya no se apaga: se amplifica. Además de atacar a la libertad de expresión porque solicitan con firmeza que NO VUELVA a hablar de Barcelona.

No es correcto.

Y así, lo que pudo ser un cruce menor, se transformó en un debate nacional sobre los límites entre política y deporte, transparencia y poder.

Y aunque trate de toda la semana desenredar esta mezcla de comentarios y hechos, salen notas periodistas donde señalan, en el medio primicias, que:

“Si bien, el artículo seis de los estatutos del club, prohíbe la vinculación del club, directa o indirecta, con actividades políticas, esta es una norma poco respetada.”

Además de mencionar que cinco funcionarios del Municipio de Guayaquil, integran una lista que están en la presidencia de Barcelona SC.

Y hasta aquí la dejamos, hay muchas cosas contradictorias, un octágono de acusaciones, prohibiciones, donde solo se hablan y no demuestran absolutamente nada para frenar acusaciones. Hasta el momento el señor Andrés dejó todo en duda, pues Barcelona Sporting Club, pidió que no se relacione al equipo con temas políticos, luego de las declaraciones del asambleísta Andrés Guschmer sobre una supuesta influencia de Aquiles Álvarez en el club.

Sin embargo, según documentos de Contraloría, algunos miembros de la directiva figuran trabajando en el Municipio de Guayaquil. Y es lo único palpable de evidencias que podemos tener, mientras que el hincha sigue sufriendo por su equipo que no levanta cabeza.

Pero ustedes saben ¿Cuándo vamos a saber la verdad de todo esto?, ahí se las dejo.

Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto actual deportivo.

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