Opinión
La RC5 tiene una variedad extensa de tipos de personas no muy bien vistas socialmente. Algunos dicen desconocerlas, después de haber trabajado con ellas toda la vida, mientras que otros las defienden con uñas y garras, diciendo que fueron víctimas del malvado lawfare —que curiosamente no solo aplica para personas pertenecientes al socialismo del siglo XXI.
Esta diversa lista incluye personas que han cometido delitos de todo tipo. Y no lo digo por exagerar: realmente es así.
Más de diez están prófugos, refugiados —la mayoría— en gobiernos de los compadres de México y Venezuela.
Otros están en la cárcel pagando penas por todos, mientras los demás se dan el lujo de viajar por todo el mundo. Acá se hacían los pobres… ¿con plata de quién? Nadie sabe.
Algunos ya enfrentan investigaciones. Lo gracioso —o trágico, según se mire— es que los demás no tiemblan porque tengan que declarar (sabemos que no lo harán), sino porque, con su “buena suerte”, uno de los principales elementos en su contra son los chats que intercambiaban entre los compañeritos.
Por ahí hay uno declarado abiertamente Latin King (una pandilla), que —a mucha honra— no hace mucho era defendido por todos, mientras atacaban a la fiscal por la “persecución” que, según ellos, le hacían. Cómo olvidarlo…
También tuvieron en sus filas —durante años, cabe recalcar— a una persona que recientemente fue acusada de violación a una menor. El mismo que impulsó una ley, aprobada completamente por correístas, que casualmente proponía bajar la edad de consentimiento sexual a partir de los 14 años.
Buenos cuadros, ¿no?
Lo más curioso es que, para ellos, lo peor no es estar prófugo, preso o tener fantasías con menores.
Lo peor, lo realmente imperdonable, es votar a favor de las leyes del gobierno.
Pff… ahí sí, ¡afuera de la RC5!
Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto actual político.