Narcoeconomía ecuatoriana: la prosperidad que dispara balas

Columna de opinión

La imagen de un país que financia sus presupuestos con banano, camarón y petróleo se tambalea cuando se miran los números que no aparecen en las cuentas nacionales. Diversos informes estiman que el crimen organizado lava hasta USD 10.000 millones anuales en Ecuador, algo cercano al 10 % de nuestro PIB. (primicias.ec) Frente a esa cifra incómoda, la pregunta inevitable se cuela en cualquier conversación seria sobre desarrollo: ¿qué tanto depende la economía ecuatoriana del dinero del crimen?

¿Qué tanto depende la economía ecuatoriana del dinero del crimen?

La respuesta preliminar asusta. El Índice Global de Crimen Organizado 2023 ubica a Ecuador entre los diez países con mayor criminalidad del planeta y otorga al mercado de cocaína local una puntuación de 8,5/10 en alcance y sofisticación. (globalinitiative.net) El Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (GAFILAT) confirma que el narcotráfico es la principal fuente de lavado de activos del país. (biblioteca.gafilat.org).

Sectores atravesados por el narco

Pesca. En Manta, el caso Pangas Locas reveló cómo armadores atuneros recibían hasta USD 25.000 por viaje para abastecer de combustible a lanchas cargadas de cocaína rumbo a Norteamérica. La red, liderada por la pareja Pilligua-Alarcón, operó con barcos ecuatorianos desde 2017 hasta su captura en 2021. (primicias.ec).

Construcción. En Durán, la empresa Arkhe Proyectos y Construcciones S.A.S., vinculada a la banda de “Negro Tulio”, ganó un contrato municipal de USD 190.000 para remodelar un parque mientras lavaba dinero de Los Chone Killers. Cuando la Fiscalía desmanteló la estructura en 2024, dejó obras inconclusas y trabajadores en la calle. (ecuavisa.com).

Logística y transporte. Los narcotraficantes Antonio Portocarrero (“Chugo Porto”) y Leandro Norero compraron acciones en compañías de carga pesada como Transmodeloor S.A. y Comtranses S.A., incluso habilitadas como proveedoras del Estado. (ecuavisa.com) En el Puerto de Guayaquil, seis empleados de una naviera fueron detenidos en 2020 por “contaminar” contenedores con 715 kg de cocaína. (fiscalia.gob.ec).

Otros mercados irregulares completan el cuadro: la minería ilegal ya representa más del 1 % del PIB y genera cerca de USD 1.300 millones al año, manejados en gran medida por mafias armadas, mientras el contrabando histórico de mercancías ronda los USD 2.000 millones. (infobae.comeluniverso.com)

Dependencia y daños colaterales

Con estos flujos, barrios enteros viven una prosperidad ficticia: pescadores que cambian redes por gasolina de altamar, obreros que cobran quincenas infladas en obras públicas pagadas con dinero sucio, estibadores que ganan “bonos” por mirar a otro lado en los puertos. El día que la Policía o la DEA cierran la fiesta, los primeros despedidos son ellos.

Frente a las incautaciones récord y a la violencia que se desborda —la tasa de homicidios pasó de 13,7 a 25,9 por cada 100 000 habitantes entre 2021 y 2022—, la pregunta vuelve con más fuerza dentro de cada párrafo: ¿qué tanto dependemos, sin saberlo o sin querer saberlo, de la economía criminal? (hrw.org)

¿Qué le pasaría a nuestra economía sin el dinero del narcotráfico?

Escenario sin narcodólares

Si mañana desaparecieran esos miles de millones ilícitos, el golpe inicial sería severo: quiebras de constructoras fantasma arrastrarían a proveedores legítimos; la pesca industrial perdería barcos que se financiaron con plata narco; el mercado inmobiliario vería una contracción de la demanda y, con ella, del empleo. Pero ese dolor sería el síntoma inevitable de una desintoxicación económica.

A mediano plazo, limpiar los balances traería beneficios: competencia leal, mayor inversión seria y reducción de la violencia que hoy encarece seguros, fletes y tasas de interés. Para lograrlo, sin embargo, el Estado debe blindar puertos y bancos, ofrecer alternativas productivas en la costa y la Amazonía, y proteger a las empresas honestas de la competencia dopada por capital sucio.

Reflexión final

La dolarización, orgullo de estabilidad, también hace fácil mover fajos de billetes sin rastro. Mientras la contabilidad criminal siga sumando “dólares frescos”, el sistema parecerá florecer… hasta que una ráfaga de balas o un operativo policial recuerde que la bonanza era espuma. Una economía que crece con dinero sucio es pan para hoy y violencia para mañana. La decisión colectiva es clara: o apostamos por un crecimiento limpio —más lento quizá, pero sostenible— o aceptamos que cada esquina próspera pueda ser, en realidad, un silencioso lavadero de sangre.

Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto actual económico – social.

Autoría de Carlos Montaño y Daniel Salcan 

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