Teherán advierte con represalias militares, cierre del estrecho de Ormuz o ataques indirectos, mientras Trump presume de “éxito militar” y sugiere un posible fin del régimen iraní
Tras el bombardeo ordenado por Donald Trump contra tres instalaciones nucleares en Irán, la tensión en Medio Oriente escaló a niveles críticos. El comandante en jefe del ejército iraní, Amir Hatami, aseguró que “cada crimen estadounidense ha recibido una respuesta, y esta vez no será la excepción”. Irán, según sus portavoces, ya decidió responder, aunque aún no define cuándo ni cómo.
Mientras el gobierno iraní lanza advertencias sobre posibles represalias contra tropas estadounidenses o aliados en la región, Trump califica la operación como un “éxito militar espectacular” y deja entrever en sus redes sociales que un “cambio de régimen” podría ser el siguiente paso. La declaración contradice lo dicho por miembros de su administración, que insisten en que ese no es el objetivo.
El ataque, el más agresivo en los dos mandatos de Trump, dejó enormes daños visibles en las plantas nucleares, pero no está claro si logró destruir por completo la capacidad nuclear iraní. Analistas advierten que el régimen podría acelerar ahora su carrera por obtener un arma, y que las represalias iraníes podrían incluir ataques a bases estadounidenses o incluso bloqueos a rutas energéticas claves.
Con Irán aún sin mostrar su carta, la región se prepara para lo peor. Y Estados Unidos, una vez más, se enfrenta al dilema de haber desatado una crisis sin saber si podrá contener su desenlace.