Piletas de Guayaquil en abandono urbano y turístico

La decadencia de las fuentes en Guayaquil no es solo una cuestión estética. Es síntoma de una ciudad que ha perdido conexión con su espacio público y que posterga el bienestar ciudadano, la identidad urbana y el derecho a una ciudad viva.

Por años, los elementos acuáticos como fuentes y piletas han embellecido plazas, malecones y parques en distintas ciudades del mundo. Son más que decoración: crean microclimas, dinamizan el turismo, ofrecen espacios de descanso e invitan a la contemplación. En Guayaquil, sin embargo, su deterioro revela una ciudad que parece haberse olvidado del valor de estos íconos urbanos.

Una de las pérdidas más visibles es la de la pileta Monumental del Malecón del Salado, cuyo espectáculo de agua, música y luces fue en su momento un atractivo que marcaba la caminata sobre el puente 5 de Junio. Hoy, la estructura permanece inerte y sin propósito, ante la mirada indiferente de las autoridades locales. “Es lamentable no darle mantenimiento”, señala José Alberto Medina, docente de la carrera de Turismo de la UCSG. Según él, esto desalienta tanto a residentes como a turistas, y le resta vida al entorno.

Algo similar ocurre con la fuente musical de la Terminal Terrestre, donde apenas 13 de sus 28 chorros funcionan. La música, que antes animaba el paso de los viajeros, también se ha silenciado. “Si funcionaran todas, se vería chévere”, opina Luis Farías, usuario frecuente de la zona. A su criterio, la recuperación del espacio podría volverlo un sitio atractivo para los visitantes de cantones vecinos.

La ciudadanía no solo reclama mantenimiento, sino una visión urbana más ambiciosa. “En otras ciudades, las fuentes generan espacios públicos vivos”, explica Liseth Merino, quien ha visto de cerca experiencias exitosas en Lima, Santiago y Buenos Aires. En esos lugares, las fuentes no se ven como simples decorados, sino como motores de uso del espacio público: sitios instagrameables, zonas de encuentro, pulmones refrescantes en medio del cemento.

El contraste con Guayaquil es evidente. La Fuente de los Leones, en el Parque Centenario, permanece con agua estancada pero sin funcionamiento alguno. La fuente Junín, en el Malecón 2000, también está inactiva. A la lista se suman otras piletas olvidadas en la Plaza de la Administración, el Paseo España, el Puerto Santa Ana, la avenida Kennedy y el Parque Samanes. Incluso en Guayarte, la pileta fue desactivada en 2023 y hoy no es más que parte del pavimento.

El Municipio, por su parte, sostiene que de las 23 piletas del Malecón 2000, solo tres estarían fuera de servicio. Pero recorridos en terreno, testimonios ciudadanos y reportes de seguridad desmienten esa versión. ¿Se está gestionando con transparencia y eficacia el estado del mobiliario urbano?

Desde la academia, las propuestas apuntan a una visión regenerativa. Carla Ricaurte, catedrática de la ESPOL, destaca que estas estructuras pueden ser verdaderos oasis urbanos, que no solo embellecen sino que aportan al confort térmico en una ciudad calurosa como Guayaquil. Sugiere intervenciones que combinen restauración con diseño atractivo y utilitario, sumando bancas, iluminación eficiente y elementos verdes.

A ello se suma la necesidad de un inventario turístico de fuentes, como propone el docente Medina. Identificar cuáles tienen valor patrimonial, técnico o histórico podría integrarlas en rutas culturales y turísticas, y devolverles su rol como protagonistas del paisaje urbano.

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