El último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), evidencia una infancia marcada por la desigualdad, la desnutrición y el acceso limitado a derechos fundamentales.
Mientras Ecuador celebrara el Día del Niño con mensajes de esperanza y actividades simbólicas, se revelaba la realidad de casi la mitad de los menores del país: el 49,4 % vive en pobreza por necesidades básicas insatisfechas.
Este tipo de pobreza no solo se mide por ingresos, sino por la falta de condiciones mínimas de vida: hogares sin acceso a educación, salud, servicios básicos o saneamiento. En otras palabras, a millones de niños en Ecuador se les niega lo elemental para desarrollarse dignamente.
A 2025, más de 3,5 millones de niñas y niños viven en el país. De ellos, al menos 1,8 millones son niños y 1,7 millones niñas, y más de 2,2 millones de hogares tienen al menos un menor. Sin embargo, el sistema no logra responder con la urgencia ni el alcance necesarios. Prueba de ello es que un 19,3 % de menores de dos años sufre desnutrición crónica infantil —una cifra que se ha mantenido casi inalterable durante años, pese a múltiples promesas de los gobiernos de turno.

Aunque el INEC destaca avances como un aumento en la cobertura de vacunación (del 43,9 % al 47,9 %) y más controles médicos en los primeros 1.000 días de vida, la mejora sigue siendo insuficiente en un país donde casi uno de cada cinco niños menores de dos años no se está desarrollando adecuadamente.
En educación, el 92,9 % de los niños de entre 5 y 11 años asiste a la escuela. Sin embargo, el acceso a tecnología evidencia una clara brecha digital: solo el 25 % de los niños usa una computadora y apenas el 10 % tiene acceso a una tablet, herramientas clave en un mundo cada vez más digitalizado.
Otro dato preocupante: solo el 46,6 % de los niños menores de cinco años está libre de maltrato psicológico. La violencia, tanto física como emocional, sigue siendo una realidad silenciosa y normalizada en muchos hogares, sin que existan suficientes mecanismos de protección ni redes de apoyo efectivas.

El desarrollo infantil tampoco avanza a paso firme. Mientras ocho de cada 10 niños accede a algún juguete, apenas cuatro de cada 10 tiene un libro en casa. La falta de estímulos desde el hogar tiene consecuencias a largo plazo: el INEC señala que el desarrollo del lenguaje es significativamente mayor en hijos de madres con educación superior, revelando que la desigualdad comienza incluso antes de pisar una escuela.
Pese a este panorama, el discurso institucional sigue apostando a promesas: “Conocer la realidad de los niños y niñas a partir de información transparente y oportuna es clave para cuidar de la primera infancia”, señaló el INEC. Sin embargo, conocer ya no basta. Las cifras están sobre la mesa, y la niñez no puede seguir esperando a que las políticas públicas pasen del diagnóstico a la acción.