Propuestas son ignoradas por el poder, según el pueblo

Algunos sienten que su único poder es el voto, mientras que otros aseguran que incluso cuando se les consulta, sus opiniones no son escuchadas.

Para muchos ecuatorianos, la frase latina “La voz del pueblo es la voz de Dios” no tiene valor, ya que consideran que sus opiniones son ignoradas por quienes ejercen el poder. Varios ciudadanos consultados por EXPRESO expresaron su frustración al intentar alzar su voz y no sentirse escuchados por las autoridades, destacando que el poder ciudadano parece ser solo una ilusión.

Entre las voces que destacan, el comerciante Estuardo Vincent, de 69 años, afirma que el único poder que realmente tiene el pueblo ecuatoriano es el ejercicio del voto, aunque subraya que este poder es limitado porque no se siente representado en la Asamblea. En su opinión, el pueblo vota, pero las decisiones de las autoridades no reflejan esos cambios deseados.

Por su parte, Fausto Troya, un taxista informal de 55 años, añade que los ciudadanos han participado en consultas populares y referendos en diversas ocasiones, pero considera que esas votaciones no han tenido impacto, ya que los cambios propuestos nunca se materializan. Troya incluso sugiere que los gobiernos no deberían realizar consultas a los ciudadanos, pues considera que sus decisiones no son tomadas en cuenta.

Francisco Espinoza, comerciante ambulante de 71 años, comparte una perspectiva similar, señalando que la voz del pueblo parece no tener valor ante las autoridades. Según él, los funcionarios actúan a su conveniencia, sin importar las necesidades de la gente. Muchos coinciden en que los medios de comunicación se han convertido en un canal importante para expresar opiniones, ya que de otro modo no sienten que su voz sea escuchada.

El desaliento de la ciudadanía se debe a la sensación de impotencia frente al poder político. Vincent admite que un ciudadano común no tiene la capacidad de ejercer presión sobre el Gobierno, a menos que tenga gran influencia o logre hacerse escuchar a través de los medios.

Fausto Benites, docente de 33 años, resalta que la ciudadanía está a merced de las élites políticas, quienes toman decisiones basadas en sus propios intereses, en lugar de priorizar el bienestar del pueblo. Allan Hidalgo, comerciante de 34 años, también señala que los políticos deben estar más dispuestos a escuchar las propuestas de la gente y no limitarse a sus propias agendas.

La pregunta que surge es cómo recuperar ese poder ciudadano. Hugo Jara, visitador médico de 64 años, considera que la única forma en que las autoridades escuchen las propuestas del pueblo es que estas se presenten a través de una organización. Esto implica que los ciudadanos se unan y trabajen en conjunto. No obstante, Jara señala que para que esto suceda, es esencial que la población esté educada y consciente de sus derechos y deberes, de lo contrario, será difícil cambiar la situación.

Sin embargo, la costurera Cristina Cardozo, de 47 años, muestra escepticismo sobre el futuro. Para ella, las promesas y propuestas de cambio quedan en nada, ya que las autoridades no parecen interesarse realmente por ejecutar las iniciativas ciudadanas. Esta falta de acción genera desconfianza en los políticos, quienes, según Cardozo, solo se acercan a la gente en campaña, pero una vez elegidos, olvidan sus compromisos.

Adrián Sánchez, comerciante de 22 años, también cuestiona la falta de acción de las autoridades, al considerar que si los gobiernos realmente escucharan a la ciudadanía, ya se habrían visto cambios tangibles.

En resumen, los ecuatorianos sienten que el poder ciudadano es limitado y que, aunque se expresan y votan, sus voces son frecuentemente ignoradas por quienes ejercen el poder en el país. La falta de respuesta a sus demandas genera desilusión y una creciente desconfianza hacia las autoridades.

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