En lo que va del 2025 se han registrado 220 casos de fiebre amarilla, lo que representa un incremento de más del 50% en comparación con el año anterior.
Los recientes casos de fiebre amarilla y tosferina reportados en Ecuador han puesto sobre la mesa una preocupación latente: el debilitamiento de la cobertura de vacunación en el país. Aunque estas enfermedades se consideran controladas e incluso erradicadas en algunos contextos, el repunte en los contagios es un llamado de atención para revisar de manera urgente el esquema nacional de inmunización.
Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), en lo que va del 2025 se han registrado 220 casos, lo que representa un incremento de más del 50% en comparación con el año anterior. La reaparición de la tosferina en una institución educativa municipal de Quito, así como casos aislados de fiebre amarilla, han generado inquietud entre la ciudadanía.

El ministro de Salud, Édgar Lama, ha hecho un llamado a la calma. “No existen condiciones para que se genere un brote o una pandemia de fiebre amarilla”, aseguró. Sin embargo, reconoció que el país enfrenta desafíos importantes en cuanto a la cobertura de inmunización, especialmente en poblaciones infantiles.
Durante la pandemia por covid-19, la atención sanitaria se concentró en frenar la propagación del virus, lo que provocó una disminución considerable en la aplicación de vacunas contra otras enfermedades. Entre 2020 y 2021, madres de familia denunciaban la escasez de biológicos esenciales para proteger a sus bebés.
Cinco años después del mayor desafío sanitario global del siglo XXI, el surgimiento de enfermedades que antes estaban controladas confirma que las vacunas siguen siendo una herramienta vital para prevenir complicaciones graves e incluso muertes. La tosferina, por ejemplo, puede ser mortal, especialmente en niños menores de cinco años.

El Ministerio de Salud enfrenta ahora una doble tarea: contener nuevos contagios y restablecer la confianza ciudadana en las vacunas. Reforzar las campañas de inmunización y garantizar el acceso a los biológicos en todos los rincones del país será clave para evitar que viejas amenazas se conviertan en nuevas crisis sanitarias.