Las precipitaciones de inicios de año han evitado un colapso energético inmediato, aunque la falta de mantenimiento e inversiones mantiene en alerta al sistema.
Las intensas lluvias registradas en los primeros meses de 2025, impulsadas por el calentamiento del mar, han cambiado el panorama energético previsto para abril. Aunque en enero el consumo alcanzó los 4.954 megavatios (MW) por el aumento de temperatura en la Costa, el incremento de las precipitaciones permitió que las hidroeléctricas operen hasta en un 90% de su capacidad.
“Las lluvias han dado un respiro, pero la situación energética no ha variado mucho. No se ha incorporado nueva generación como Progen y Austral”, advierte Marco Acuña, presidente del Consejo Consultivo de Ingeniería y Economía.

A pesar de que los embalses, como los de Mazar y Paute, están llenos y ofrecen reservas energéticas para un mes, persisten fallas estructurales. El parque térmico, por ejemplo, solo aporta 1.000 MW de los 2.200 instalados, debido a la falta de mantenimiento.
Además, varios proyectos planificados entre 2023 y 2024, como Minas de Huascachaca y otras plantas solares, presentan retrasos.
El pronóstico del Inamhi indica que las lluvias se mantendrán hasta mediados de abril, pero en septiembre y octubre se espera una disminución crítica de precipitaciones. “No estamos preparados. Solo contamos con barcazas y una recuperación parcial de térmicas como Termogas Machala, que opera muy por debajo de su capacidad”, advierte Acuña.
Los expertos insisten en que el país necesita una planificación energética integral, que combine fuentes renovables según las condiciones climáticas, con inversiones sostenidas y visión de largo plazo.