El acuerdo del estancamiento

El acuerdo entre el correísmo y la CONAIE ha dejado mucho que desear. Para empezar, dentro del propio movimiento indígena ya hubo voces que se desmarcaron de la decisión. Muchos se preguntan cómo unos pocos pueden hablar en nombre de todos sin siquiera consultarles. ¿Esa es la democracia de la que tanto se habla?

La Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari) se declaró neutral y su presidente fue clarísimo: no los invitaron, no hubo consenso, y no firmaron nada. Desde la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) hablaron sin rodeos: esto fue un “pago de favores” entre Iza, Churuchumbi y los correistas . ¿Entonces en nombre de quién se sentaron a negociar? ¿De las bases o de sus ambiciones?
 
Y si el origen del pacto ya es turbio, el contenido es peor. Lo que prometen no es un plan para sacar al país adelante, es la misma receta populista con todas las fórmulas que ya nos fallaron. Vamos a analizar algunos puntos: 
 
1. Impedir la expansión petrolera
 
En 2023, según datos oficiales, EP Petroecuador —que producía hasta esa fecha más del 80% del petróleo nacional— generó más de USD 6.894 millones en exportaciones. ¿Tiene sentido frenar esa fuente clave de ingresos en nombre de un ambientalismo ideológico, sin pensar en cómo se va a financiar salud, educación o seguridad? Peor aún, el país ya enfrentaba una caída: el valor de las exportaciones petroleras bajó un 22% respecto a 2022. Poner más trabas a la producción, en pleno 2025, sería insistir en una receta que ya viene fallando.
 
2. “Proteger” la producción nacional y la soberanía alimentaria
 
La idea de producir lo nuestro, depender menos del exterior y defender al campesino suena “bonita” para muchos. Pero en la práctica, el discurso de soberanía alimentaria y proteccionismo termina siendo más simbólico que efectivo. Son propuestas que nacen más de la emoción que de soluciones reales.
 
¿Y cuál es el resultado cuando se intenta imponer esta visión? Cierres al comercio, productos más caros, menos opciones para el consumidor, y un productor nacional atrapado en burbujas protegidas que lo aíslan de la competencia y lo hacen dependiente del Estado. Lo que empieza como una supuesta defensa del agro termina en subsidios eternos, clientelismo y freno al desarrollo.
Gran perdedor: el consumidor.
 
3. Prohibir la privatización de sectores estratégicos
 
Otra joya del manual del estatismo. Ecuador ya ha demostrado que el Estado es un administrador mediocre. Las empresas públicas viven sobreendeudadas, con corrupción y burocracia crónica. ¿Por qué negarse a permitir que el sector privado gestione mejor, genere empleos y modernice servicios?
 
En pleno 2025, seguimos pagando el precio de haber cerrado la puerta al sector privado. El caso del sistema eléctrico es claro: en 2023, Ecuador tenía una capacidad instalada de más de 8.800 megavatios, pero aun así sufrimos racionamientos de hasta 14 horas. ¿Cómo se explica eso? Simple: el Estado no hizo las inversiones necesarias ni en mantenimiento, ni en expansión, ni en transmisión.
 
Privatizar no es entregar el país, es permitir que quienes pueden invertir lo hagan bajo reglas claras. Negarse a eso por ideología solo prolonga una crisis que ya debería haberse resuelto.
 
 
4. Optimizar el gasto público y pagar a proveedores
 
¿Con qué plata? ¿Con menos petróleo, más subsidios y empresas públicas quebradas? Optimizar el gasto no se logra firmando acuerdos ni repitiendo eslóganes vacíos. Se necesita responsabilidad fiscal real: eliminar subsidios regresivos, achicar el Estado y dejar de gastar lo que no se tiene. Pero en el acuerdo no hay ni una sola línea que apunte a eso. Solo más promesas sostenidas en el mismo modelo que ya nos dejó en crisis.
 

No es un acuerdo por el pueblo, es un pacto entre dirigentes que se representan a sí mismos. Y peor aún: es un intento más de revivir un modelo que ya fracasó. Si algo nos enseñó la historia reciente, es que más Estado no es más justicia, y que sin libertad económica no hay progreso. El Ecuador no necesita más discursos, necesita ideas viables para salir adelante.

Este artículo representa una opinión personal y no refleja la postura oficial de este medio. Se trata de un análisis basado en fuentes y percepciones del autor sobre el contexto político actual en Ecuador y la región.

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